El mundo cambia aceleradamente y la educación no se transforma al mismo ritmo que los cambios sociales y culturales. Por eso, hoy más que nunca, la comunidad escolar necesita transformarse para ofrecer a los estudiantes una educación relevante y de calidad que les permita desarrollar competencias pertinentes para ser aplicadas en cada uno de los momentos de su desarrollo: una educación para la vida.

Ser un profesor empoderado lleva consigo la responsabilidad personal de ser educador en el sentido amplio del término. Un educador sensible, inspirado en la cotidianidad, que ve en el error, en la diferencia o en la dificultad, la oportunidad de aprender y descubrir a partir de la interacción con sus socios de proyecto: los estudiantes.

Un aprendiz activo pasa de tener un rol de escucha pasiva a involucrarse activamente en las actividades de aprendizaje. A su vez, desarrolla procesos del pensamiento de orden superior tales como síntesis, análisis y evaluación.
El aprendiz activo aprende a través del diálogo con el profesor y de la interacción con el contenido. Además, necesita comprender la relevancia de lo que aprende.